Omar Al Atrach

Omar Al Atrach

miércoles, 8 de diciembre de 2021

¿Porque VENEZOLANA DE TELEVISIÓN ha fracasado?





Nos encontramos en épocas de profundos cambios en la sociedad humana y sus formas de vincularse, el avance de las nuevas tecnologías conllevan drásticos cambios en todas las áreas de influencia político-estratégicas y militares, con un impacto sin precedentes en la dinámica de las distintas sociedades.

Los medios de comunicación alrededor del mundo, han sido obligados a ampliar sus herramientas de proyección desde lo meramente televisivo, hacia lo diversamente digital; generando una diversificación en las estrategias mediáticas utilizadas entre los ejes de poder internacional y sus élites, para el establecimiento de matrices y colchones tendenciales que favorezcan la factibilidad de sus acciones.

Esto es como la tecnología cuántica de radares de fotones respecto al desarrollo de cazas furtivos de quinta generación, el salto en el avance de dichas áreas de desarrollo es tan repentino y extenso, que si hoy se presentara el caza bombardero más moderno y con la mejor tecnología stealth, mañana ya sería ineficaz ante dichos radares.

Esta realidad se presenta también con los medios de comunicación, afortunadamente no con tanta rapidez; sin embargo en Venezuela podemos percatarnos de un claro retraso de los avances en las innovaciones comunicacionales por parte de un medio estatal que debería ser un referente matriz de la información.

La República Bolivariana de Venezuela se encuentra asediada permanentemente por una poderosa élite internacional que manipula con un avanzado e invasivo entendimiento de códigos en proyecciones psicoemocionales a través de medios de comunicación en sus distintas plataformas, con el objetivo de establecer posicionamiento de tendencias y matrices hostiles.

Dicha situación requiere de una contraparte que ostente una maquinaria que marque las misma velocidad de respuesta, mediante proyecciones psicoemocionales que revierta las tendencias que forjen matrices adversas, y sobre todo que cuente con la suficiente capacidad de acción e innovación para forjar un marco preventivo en la guerra comunicacional.

Fíjense. Los resultados de las elecciones regionales y municipales, han otorgado una victoria a nuestro proceso político revolucionario; fruto de la lealtad monolítica de la militancia organizada y los esfuerzos operativos del Partido Socialista Unido de Venezuela y nuestra juventud. Sin embargo, la brecha generada en los resultados cuantitativos, nos da a entender que algo no marcha bien.

Ciertamente, podemos generar un profundo análisis de lo sucedido y las potenciales soluciones para la recuperación del patrón electoral favorable a mediano plazo, y precisamente de ese tema les escribiré muy pronto. Sin embargo, una de las variadas apéndices del problema lo compone la forma de comunicar, y para ello tomaré de ejemplo el medio angular de referencia en las políticas comunicacionales de nuestro Estado, Venezolana de Televisión.

El Canal 8 posee una gama de programas con esquemas de alcance caducados, funcionando como medio limitado exclusivamente a la dirigencia política y no al público venezolano en general, provocando un completo desinterés de la población en edades comprendidas entre los 15 y 40 años de edad.

Su extensión a las plataformas digitales abarcan Instagram, Twitter y recientemente TikTok, aparte de su página web oficial. En todas, la calidad gráfica es pésima, la paleta de colores es inadecuada, el constructo informativo decadente; generando una desvinculación afectiva casi total. Además, la precaria comprensión en la funcionalidad de la Inteligencia Artificial de las distintas redes, han impedido la mecanización algorítmica eficaz para el posicionamiento de matrices favorables.

Sin embargo, lo que más me ha dado curiosidad, es la extraña censura de uno de los sueños del Comandante Hugo Chávez, hecho realidad por nuestro Presidente Nicolás Maduro, EL PETRO. Uno de los logros más imponentes en la historia económica y tecnológica de Venezuela. Me refiero a la primera criptomoneda del mundo respaldada por los recursos minerales y energéticos de un país libre y soberano.

Aparentemente, para Venezolana de Televisión no es importante posicionar comunicacionalmente una criptomoneda venezolana que protege al pueblo de cualquier margen inflacionario o de devaluación, y que de paso representa un logro internacional de alto impacto; de marcado interés para la población venezolana, los emprendedores de la nueva etapa del resurgimiento económico nacional y la juventud que toma el tema de los criptoactivos como un asunto elemental.

De hecho, al analizar brevemente el contexto general de las probables líneas informativas del canal, visibles en sus distintas plataformas; no se me hizo difícil percatarme de la parcial desvinculación con la dinámica del Partido Socialista Unido de Venezuela y su dirección, e incluso con las mismísimas líneas del Presidente Nicolás Maduro.

Es obvio el hecho de que las venezolanas y los venezolanos prefieren informarse didácticamente a través de cuentas diversas en redes sociales sobre lo que ocurre con la economía nacional y su sorpresivo repunte en distintas áreas, que recurrir a Venezolana de Televisión como referente comunicacional. Y es en esa otra brecha donde parte de las herramientas de incidencia psicoemocional del adversario entran en juego.

Si lo vemos reflejado en los análisis profundos de incidencia en el patrón electoral respecto a Venezuela, entre otros diversos factores de importancia, se observa el estancamiento en el alcance de votantes jóvenes; y es allí donde, en parte, los medios de comunicaciones como Venezolana de Televisión deberían jugar un papel de vanguardia, o al menos de fuente angular.

El Presidente Nicolás Maduro ha hecho llamados insistentes en pro de la innovación y la eficiencia, y al parecer algunas entidades estructurales y personales, se resisten.

Esto no es una pugna inorgánica de tendencias, es la lucha por la construcción de una Venezuela Potencia liderada por un proceso revolucionario de reivindicación histórica, cultural y social. Y si queremos VENCER, debemos aprender a comunicar mediante una capacidad de maniobra que se adapte ante dinámicos campos que conforman la influencia estratégica.